Se cuenta que en una ocasión, de esto hace ya muchos años, cierto sacerdote de paso hacia el sur, se detuvo ya para atardecer en este paraje junto con sus acompañantes, indios pimas catequizados, para darse unas horas de descanso al mismo tiempo que lo hacían las bestias de silla y de carga que traían consigo, cuando de pronto, del mismo modo como ya había sucedido en otros sitios del recorrido, recibió la visita de varios indios gentiles de lengua pima que le pidieron les predicara la fe cristiana, solicitud que el religioso atendió con mucho agrado y les ofreció, además de una misa de acuerdo con la tradición, práctica muy común entre los sacerdotes de aquella época al comenzar las labores del día o al inicio de una jornada de camino en las que abundaban toda clase de peligros. Se cuenta también que esta misma escena se repitió un poco más adelante, en un cerrito al norte de Moscobampo, y estos sucesos, al parecer inverosímiles, nunca han sido olvidados y tan es así que a pesar de los años transcurridos, estos dos lugares siguen conservando los nombres de La Misa y La Misita como un recuerdo imperecedero de los actos religiosos celebrados allí en aquellos lejanos y díficiles tiempos.
Está versión concuerda históricamente hablando, con el viaje que a finales de marzo de 1704 realizó el padre misionero Eusebio Francisco Kino desde su Misión de Dolores a la incipiente e inestable Misión de San José de Guaymas; comenzaba el siglo XVIII, y sin embargo, todavía para entonces realizar un viaje de esta naturaleza por estos retiros llevaba implícitos serios problemas y peligros, y con todo y esto, tomando en cuenta al Padre Kino que el camino que entonces se utilizaba para hacer este recorrido era demasiado largo y costoso - Cucurpe, Pópulo, Pitic, Mátapa y Tótim -, por temor al peligro de los Seris, se propuso trazar otro más recto, y por supuesto, más corto; y fue así como estando en el Pitic -hoy Hermosillo-, trazó la nueva ruta a San José de Guaymas, al parecer siguiendo más o menos la ruta por donde muchos años despueés se trazaría la línea que seguiría la vía del Ferrocarril de Sonora, aunque en honor a la verdad, esto resulta bastante discutible, porque, ni en condiciones normales y mucho menos a finales del mes de marzo y principios de abril era posible trajinar -como entonces se decía- por un camino no tan largo como puediera pensarse, pero sí difícil si tomamos en cuenta que en el tiempo que se cita, todo este espacio de terreno constituia una región prácticamente desconocida, que todo era solo breñales y lo que es peor, en todo el trayecto no se encuentra sitio alguno en donde pudiesen haber abrevado, como ya se dijo, las bestias de silla y de carga al mismo tiempo que se abastecían del vital líquido los viajeros, de no ser que hayan obrado otras circunstancias. Por estas u otraz razones la ruta trazada por el Padre Kino bien pudo haberse desviado un poco más al oriente, donde si había la seguridad de encontrar agua y sobre todo, trajinar por terrenos habitados por los pimas nebomes que eran indígenas en cierto modo más dóciles y sociables y que hablaban un dialecto conocido por él y sus acompañantes y, por último, debemos tomar en cuenta la apreciación que Kino hacía de la situación geográfica de estos lugares debido a que solo podía calcular la Latitud, mas no la Longitud.
Pero, veamos que dice el Padre Kino en el relato de su viaje de venida: "Con el buen avío y buenas gracias que con su mucha caridad para este camino me d ieron el P. Rector Adamo Gil, y el P: Juan de San Martín en San Francisco, y en la Santísima Trinidad del Pitic. Vine con brevedad de ocho días estas 100 leguas de camino desde Nuestra Señora de los Dolores hasta San José de Guaymas y de la mar de la California en las últimas y algo más despobladas 50 leguas de este antecedente no muy andado camino, y en particular en el puesto o paraje que llaman Cerro Grande, hallé gran número de gentiles, muy afables; había entre ellos tres o cuatro indios cristianos que del miedo del castigo de unos azotes, se habían metido en estos retiros, y procuré que conmigo de vuelta, se volvieran a sus pueblos cristianos. A todos estos gentiles les prediqué la fe cristiana, y los experimenté bien dóciles y muy afables...."
En su viaje de regreso el 06 de abril, el Padre Kino dice: "En el camino hallé otros muy muchos nuevos gentiles, que salieron a verme desde sus más remotos retiros; les prediqué los principales misterios de nuestra Fé Católica, y pues todos sabían la lengua pima; los animé a agregarse en puestos acomodados, a donde pudiesen ver Padres Misioneros, y me prometieron que como les dicen padres, se agregarían y harían buenas misiones en el cercano muy buen puesto del antiguo Real de Minas de San Marcial y a donde los padres quisiesen."
Como puede verse en estos dos relatos, el camino recorrido por el Padre Kino, tanto de venida como de regreso en este viaje, para los actuales nativos de la región resulta bastante fácil comprender por lógica, que se sigió la ruta que marca la parte baja del Arroyo de San Marcial, y esto se deduce que fácilmente cuando se hace mención de que en el paraje llamado Cerro Grande encontró el mayor número de indios gentiles que hablaban la lengua pima y de que había entre elllos tres o cuatro indios cristianos pues este cerro es, sin lugar a dudas, el Cerro del Tuquisón, ya que con base en fuentes orales y en documentos auténticos, es el mismo que se menciona en el expediente de la Remedida de los terrenos del Rancho de San Marcial, efectuada del 6 al 8 de noviembre de 1850 a solicitud del dueño don Manuel Gutiérrez, la que en su parte correspondiente a las medidas del centro del poblado hacia el sur dice: "Vueltos al centro y puestos en él se observó el rumbo sur, por el cual se midieron ciento cincuenta cordeles, los mismos que expresa el título, y terminaron al otro lado del arroyo del Tuquizón, a la falda del Cerro Grande montoso del mismo nombre en una ceja o loma peñascosa que sirve de lindero...."
De acuerdo con este documento, el cerro que hoy conocemos con el nombre de Tuquisón ( o Toquisón), antiguamente le llamaban Cerro Grande y Tuquisón al arroyo, nombre en lengua pima que al igual que el de Tucsón es una corrupción del vocablo STJKSHON, que significa "Manantial al pie de la montaña", que en este caso vendría siendo el manantial conocido como "El Chorro" que es una depresión formada por roca caliza en medio del arroyo de donde mana el agua durante todo el año; por estas y otras evidencias se llegó a esta conclusión.
Existe otra versión acerda del nombre de La Misa que se antoja un tanto chusca, y en ella se dice que siendo yaquis la mayoría de los peones acasillados de la hacienda de los Maytorena, todas las mañanas siempre a las cuatro, según contaban los antiguos moradores del lugar, el mayordomo hacía sonar una campana para que peones y vaqueros dieran inicio a los preparativos para dar principio a las distintas actividades y que éstos, al escuchar el tañer de la campana se decían o se gritaban unos a otros - ¡ Vámonos a la misa !-, quizá por la semejanza con el llamado que les hacía cada quince días para que asistieran obligatoriamente a los servicios religiosos, y fue así como por la fuerza del uso y de la costumbre de repetir esta frase, se le quedó el nombre de La Misa, pero como es de suponerse, esta versión es totalmente falsa e infundada ya que existen documentos desde 1845 en los que ya se menciona el nombre de la Hacienda de La Misa y la época del hacendismo comenzo d e 1872 a 1915 con los señores Maytorena.
Bibliografia consultada. Encinas López, José Artidoro (2004). Monografía de La Misa.